El matemático, que inspiró la película sobre su vida, ha fallecido en un accidente de tráfico
Especialista en teoría de juegos, el Nobel de Economía luchó contra la esquizofrenia
EL PAÍS Madrid 24 MAY 2015 - 18:35 CEST
Una muerte nada predecible para el gran matemático John Nash, experto en teoría de juegos y en ecuaciones diferenciales parciales. Elhombre que se aferró a su inteligencia para pelear con la terrible enfermedad que padecía, la esquizofrenia, falleció el sábado por la noche a los 86 años en un accidente de tráfico en Nueva Jersey (Estados Unidos). Viajaba en un taxi junto a su mujer, Alicia López Harrison de Lardé, de 82 años, que también murió en el siniestro.
El coche en que se desplazaban Nash y su mujer se estrelló cuando intentaba adelantar a un vehículo, según ha informado la policía a medios locales. De acuerdo con esa versión, la pareja no llevaba el cinturón de seguridad, por lo que salió despedida del vehículo tras el impacto.
John Forbes Nash, premio con el Nobel de Economía de 1994, acababa de recibir, el pasado marzo, el Premio Abel de la Academia Noruega de Ciencias y Letras, considerado el Nobel de las matemáticas. Sus aportaciones sobre ecuaciones no lineales en derivadas parciales han tenido enorme repercusión en diversos ámbitos científicos, desde la química y la física cuántica, a la biología de sistemas o las finanzas. "Nash ha sido trabajador solitario y en temas muy variados, aunque siempre con gran impacto", recordabaen un artículo en EL PAÍS el matemático David Ríos.
Poco antes de cumplir los 30 años, en uno de sus momentos más creativos, le fue diagnosticada la esquizofrenia contra la que luchó hasta el día de su muerte, incluso promoviendo actividades benéficas, junto a su mujer, para dar a conocer la realidad de esta enfermedad.
La periodista y profesora de la Universidad de Columbia Sylvia Nasar, experta en divulgación científica, publicó el libro sobre su vidaJohn Nash (Una mente prodigiosa), que se llevó al cine en 2001, en una cinta de gran éxito protagonizada por Russell Crowe.
Fuente: El País